A finales del siglo XIX el movimiento de referencia era el modernismo, mientras en Manacor se impulsó la construcción de un clon neogótico desfasado 200 años.
No se discute el impulso, que fue excepcional, sino el concepto. Se construyó un nuevo templo con un portal principal ya sin cabida en el sitio, sin espacio libre físico, sin encajarse en el centro, encima de otro templo.
La construcción de la terminación de las dos torres, así como se plantea, será un añadido clon de un edificio que ya nació clon, y agravará más su percepción: La plaza del Palau no tiene dimensión para disfrutar de la fachada y se encuentra literalmente cortada por una vía rodada “preferente” y con un olivo frente al portal.
Como siempre, un edificio es el edificio y su lugar, y debería replantearse la actuación en su conjunto. ¿Y qué dice la Carta de Venecia (documento mundial de referencia) por este tipo de actuaciones? Y esto, que la intervención en un monumento implica al conjunto y su entorno a su escala… que el monumento es inseparable de la historia que lo creó y del entorno donde se encuentra situado, que la restauración tiene como finalidad conservar y revelar los valores estéticos e históricos y se fundamenta en el respeto hacia los elementos antiguos y auténticos. Sin olvidar que, en el momento que tengamos que empezar a inventar, debemos hacerlo desde el punto de vista de nuestro tiempo.
Por tanto, un monumento que un siglo más tarde se quiere complementar, no puede seguir las antiguas directrices, sino las de hoy y deben marcar las pautas del tiempo actual.